Si ese día no te hubiera conocido, no hubiera experimentado dolor, la tristeza, ni estos recuerdos llenos de lagrimas, pero si no te hubiera conocido, no habría experimentado esa alegría, amabilidad, emoción, ni esta calidez, ni el sentimiento de felicidad absoluta.
jueves, 11 de agosto de 2016
sábado, 6 de agosto de 2016
Brisa y Huracán
Mamá siempre decía, hay dos tipos de amor en este mundo: la brisa constante y el huracán.
La brisa constante es lenta y paciente. Llena las velas de los barcos del puerto, y levanta la ropa al estar en la línea de secado. Te refresca en un caliente día de verano; trae las hojas cada otoño, con la misma fluidez de cada año. Puedes confiar en la brisa, firme, segura y verdadera.
Pero no hay nada estable en un huracán. Embiste de lleno en la ciudad, imprudente, enviando el océano espumoso hacia la orilla, derribando árboles,
líneas de energía y a cualquier tonto, o lo suficientemente estúpido, como para interponerse en su camino. Claro, es una emoción como nada que hayas conocido: eleva tu pulso, tu cuerpo lo clama, como un espíritu poseído. Es salvaje, quita el aliento y lo consume todo.
Pero, ¿qué viene después?
—Si ves que un huracán viene, corre —me dijo mamá el verano que cumplí dieciocho años—. Cierra las puertas, y tranca las ventanas. Porque al llegar la mañana, no habrá nada más que restos dejados atrás.
La brisa constante es lenta y paciente. Llena las velas de los barcos del puerto, y levanta la ropa al estar en la línea de secado. Te refresca en un caliente día de verano; trae las hojas cada otoño, con la misma fluidez de cada año. Puedes confiar en la brisa, firme, segura y verdadera.
Pero no hay nada estable en un huracán. Embiste de lleno en la ciudad, imprudente, enviando el océano espumoso hacia la orilla, derribando árboles,
líneas de energía y a cualquier tonto, o lo suficientemente estúpido, como para interponerse en su camino. Claro, es una emoción como nada que hayas conocido: eleva tu pulso, tu cuerpo lo clama, como un espíritu poseído. Es salvaje, quita el aliento y lo consume todo.
Pero, ¿qué viene después?
—Si ves que un huracán viene, corre —me dijo mamá el verano que cumplí dieciocho años—. Cierra las puertas, y tranca las ventanas. Porque al llegar la mañana, no habrá nada más que restos dejados atrás.
Unbroken - Melody Grace
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