sábado, 6 de agosto de 2016

Brisa y Huracán

                   Mamá siempre decía, hay  dos tipos de amor en este mundo: la  brisa constante y el huracán

                  La   brisa constante es lenta y paciente. Llena las velas de los barcos del puerto, y levanta la ropa al estar en la línea de secado. Te refresca en un caliente día de verano; trae las hojas cada otoño, con la misma fluidez de cada año. Puedes confiar en la brisa, firme, segura y verdadera. 

                  Pero no hay nada estable en un huracán. Embiste de lleno en la ciudad, imprudente, enviando el océano espumoso hacia la orilla, derribando árboles, 
líneas de energía y a cualquier tonto, o lo suficientemente estúpido, como para interponerse en su camino. Claro, es una emoción como nada que hayas conocido: eleva tu pulso, tu cuerpo lo clama, como un espíritu poseído. Es salvaje, quita el aliento y lo consume todo. 

                  Pero, ¿qué viene después? 

                 —Si ves que un huracán viene, corre  —me dijo mamá el verano que cumplí   dieciocho años—. Cierra las puertas, y tranca las ventanas. Porque al llegar la mañana, no habrá nada más que restos dejados atrás. 
Unbroken - Melody Grace


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